12 de Noviembre natalicio de Sor Juana

Evocación a Sor Juana en su cumpleaños

Sor Juana y Quevedo...todo se puede decir

Las palabras eran perlas con las que podría hacer collares, ladrillos con los que construiría castillos, lodo con el que fabricaría personas...

Sor Juana precursora de la nueva mujer I

La palabra de sor Juana se edifica frente a una prohibición…Su decir nos lleva a lo que no se puede decir...

Sor Juana precursora de la nueva mujer II

Curiosa irredenta, estudiosa del mundo que le tocó vivir, poeta, mujer misterio, fiel a su vocación

Mujeres inconvenientes, sin centavear

Su producción literaria se caracteriza por su sinceridad y fuerza, que alcanzan tonos desconocidos de sus contemporáneos

12 de julio de 2014

En busca del ADN de Sor Juana Inés de la Cruz, en Itinerario

Sor Juana: infografía con su historia.



































Fuente: Revista Vértigo, véase:

Vértigo Político

Plataforma de análisis e investigación política de México.
México, Distrito Federal · vertigopolitico.com

En casa de Ernesto Alcántara en Nepantla, Sor Juana le invita un taco a don Alonso Quijano.


























Fuente:

Fernando Fernández

@F_Fernandez_F
Escritor, bloguero, conductor de radio.
México DF · oralapluma.blogspot.mx

10 cosas que no sabías de Sor Juana Inés de la Cruz


La Malinche, María Félix, Frida Kahlo y Sor Juana





















Acerca de la autora


Nombre:
         Karly Sherry

Véase:

         http://karlycherry.tumblr.com/
         http://www.pinterest.com/iblameKarly/
         http://www.karlycherry.com/

1 de mayo de 2014

Sor Juana: Fondos de pantalla

23 de marzo de 2014

Manuel Mancilla: Sor Juana

Sor Juana, óleo sobre lino 44x44 cm. 2010. Colección: Laberintos de piel

Acerca del autor:

Manuel Mancilla 



Contacto en: http://manuelmancilla.com/
                     http://www.flickr.com/photos/87679451@N04/with/8078315550/

2 de marzo de 2014

Eduardo Carrillo:Flight of Sor Juana

Flight of Sor Juana
6'x9', oil on canvas
1982
Fuente: http://www.museoeduardocarrillo.org/

9 de enero de 2014

Revista Razón y Palabra: Sor Juana Inés de la Cruz, Transmisora de lo Popular

Por Susana ArroyoNúmero 30
Es para mí un honor hablar de Sor Juana Inés de la Cruz en un foro tan importante como este I Congreso Internacional Sociedades y Culturas. La primera vez que presenté una comunicación sobre la obra de la poetisa mexicana aquí, en España, fue hace 10 años en la ciudad de Burgos. En aquel momento mostraba algunos resultados de una larga investigación sobre uno de los poemas magistrales de Sor Juana, el Primero Sueño, laberíntica silva de 975 versos cuya riqueza léxica y abundancia de alusiones, mitos y tropos, en el más preciso hiérbaton, la convierten en una obra de inigualable belleza y esplendor poético, así como fuente de hondas disertaciones por estudiosos y eruditos de todo el mundo. En esta ocasión, muestro "la otra cara" de una escritora por demás sui generis, una monja criolla del siglo XVII quien en su tiempo recibió altos honores como dama de la Corte de la Virreina, la Condesa de Paredes, en el entonces virreinato de la Nueva España. Al señalar "la otra cara", me refiero a su poesía popular.

En esta comunicación pretendo definir las líneas de tono popular características en una parte de la obra de una de las escritoras más importantes de México, no sólo de la literatura mexicana o hispanoamericana sino de la literatura universal, y no sólo de la época del barroco colonial sino de todos los tiempos debido al alto nivel de sus matices lingüísticos, estilísticos y retóricos.
Sor Juana, bien llamada por el filósofo alemán Ludwig Pfandl la "Décima Musa"1, nace hacia el año 1650, época difícil para el mundo novohispano. La Corte Española había logrado asentarse en un territorio entre cuyos moradores se había impuesto la perfección del linaje. Desde la antigua Tenochtitlan se cumplía con alto rigor la jerarquía estamentaria: nobles, sacerdotes y militares encabezaban el crisol de inalterables castas en las que siempre hubo un elemento común: la pureza de la sangre indígena.
Tras la Conquista, además de una situación política, militar y social de absoluto desconocimiento para los indios y una religión de difícil comprensión y aceptación, surge un nuevo significado del concepto "casta".
De la sección de Historia Colonial compendiada por numerosos historiadores, publicada por la Editorial Dolmen cito:
Las pocas mujeres españolas existentes en Indias, los escasos prejuicios raciales del español, y la baja extracción de los emigrantes influyeron poderosamente en el fenómeno del mestizaje. Las mujeres españolas que emigraron a Indias fueron entre el 10 y el 20 por ciento de los hombres, a lo que hay que añadir que éstos eran por lo regular muy jóvenes.

El emigrante español tenía entre 18 y 25 años e iba solo, por lo que formaba su familia en América. En cuanto a los escasos prejuicios raciales del español, éstos derivaron de la misma formación de la etnia hispana, integrada por numerosas oleadas de pueblos europeos y norteafricanos.

El español estaba lleno de prejuicios sociales y religiosos, planteándose serios problemas a la hora de casarse con una india, pero carecía de prejuicios para unirse sexualmente con mujeres de otras razas.
El tercer factor, la baja extracción de los españoles, inducía a muchos a preferir unirse con indias que nada exigían, ni siquiera el matrimonio, en vez de españolas, presuntuosas y exigentes y muy selectivas, quizá por su misma escasez. El mestizaje surgió, por ello, coetáneo al descubrimiento y la conquista.

Las huestes penetraban en los poblados de los naturales y violaban o robaban las mujeres. Los españoles originaron mestizos procedentes de uniones ilegales o libres, lo que hizo caer sobre tales mestizos el estigma de su vergonzoso origen. El problema fue en aumento, porque la selectividad de la mujer española para unirse en matrimonio con blancos acomodados obligó a los mestizos a unirse con mestizas o con indias. A los mestizos se unieron los mulatos, por lo común fruto de la unión de blancos con negras, ya que aquí operó aún más la selectividad de la mujer española para buscar pareja por lo que fueron igualmente fruto de uniones libres y tuvieron el mismo estigma de su ilegitimidad, sumado al de su ancestro de esclavitud: lo más infame que podía concebirse. También representaron un serio problema a causa de su aumento.

Los mulatos sufrían las mismas prohibiciones que los mestizos, y algunas más. Así, por ejemplo, no podían andar por las calles de las ciudades durante la noche o montar a caballo. Las mulatas y negras libres tenían prohibido usar adornos de oro o perlas y vestirse con telas de seda, lo que satisfacía mucho a las criollas.
En cuanto a las castas, fueron el resultado de múltiples cruzamientos interétnicos. Los mulatos se unieron frecuentemente a indias o mestizas, surgiendo así los zambos, principio de una serie de castas donde fue imposible determinar los ancestros. Estas castas fueron consideradas la ínfima clase social.

El estamento superior de la sociedad colonial lo constituyeron los españoles y sus descendientes los criollos. (Fin de la cita).
En este mundo por demás barroco, nace Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana a las faldas del Popocatépetl y el Ixtaccíhuatl, majestuosos volcanes, en un pequeño poblado cuyo nombre en sí nos da cabal idea del mestizaje: San Miguel Nepantla. Sin embargo, Sor Juana nace criolla, hija de una madre criolla y padre de origen vascongado, aunque siempre preocupada por la desventajosa situación de mestizos, negros, zambos, etc.

Sor Juana cultivó todos los géneros poéticos de la época, aprendió latín en 20 sesiones y versificaba de natural intento en endecasílabos y alejandrinos, en octavas reales y en perfecto español apegado a las normas lingüísticas, retóricas, estilísticas y estéticas de la época. Desde muy temprana edad compuso piezas de refinado lirismo, con profundo conocimiento del arte clásico e impregnadas de la sabiduría que depuró en su cuantiosa biblioteca. La inmensa mayoría de su obra literaria -compendiada en cuatro tomos por el Padre Alfonso Méndez Plancarte, en 19513 -, abarca comedias, sainetes, autos, loas, letras sacras, sonetos, liras, endechas, décimas, romances, silvas; en prosa suCarta Autobiográfica a Sor Filotea de la Cruz y, de manera muy especial los villancicos, pequeñas piezas compuestas para ser cantadas.
Sor Juana no abandona el culteranismo y el conceptismo, lo alterna con obras de escasa dimensión literaria para acercarse con legítima intención a las clases populares, a las etnias, a los desprotegidos, a las castas.
Sor Juana manejaba con donaire la lengua de los indios, el náhuatl. Su convivencia con las tan diversas mezclas étnicas, aunada a su inquieto espíritu y su inmensa capacidad literaria, la llevó a componer obras en latín, en un perfecto español al estilo de Góngora y Quevedo y, de manera traviesa y juguetona, pequeñas piezas llamadas "tocotines", mezcla de náhuatl y español, de canto, baile y poesía; alegría y divertimento, imaginería barroca.
¿Los temas? Eran los usuales o casuales de la época, la llegada de un nuevo embajador español, el nombramiento de otro, el cumpleaños de la Virreina o la celebración de algún santo.
Tras la Corte, el enclaustramiento. Así, Juana Inés es apoyada por la Virreina para recibir los votos como monja jerónima. Desde la celda del Convento de San Jerónimo en la hoy Ciudad de México, Sor Juana compone su majestuosa obra lírica publicada en su tiempo por encargo de la Virreina en las ciudades de Madrid, Barcelona y Sevilla, principalmente, y una que otra pieza suelta en Puebla de los Ángeles (México) .
Dentro de estas publicaciones -Inundación Castálida, Segundo Tomo de las Obras completas, Obras Poéticas de la Musa Soror Juana, Fama y Obras Póstumas (desde 1676 hasta 1700)-, y a veces de manera aislada, se encuentran los delicados Villancicos.

Los villancicos originalmente son escritos en latín como anticipación a las celebraciones de Navidad. La más famosa colección que existe de esta forma aparece en el Cancionero de Palacio, publicado en 1500. Sin embargo, el tono popular de los villancicos fue procurado por los grandes escritores españoles desde el Marqués de Santillana, Garci Sánchez de Badajoz, Gil Vicente o Juan del Encina hasta Cervantes, Góngora, Lope y Quevedo. Sor Juana, por tanto, es consecuente con su época y con una vasta tradición literaria. Sor Juana, además de latín y español, escribe villancicos en náhuatl.
No contenta con la mezcla de tres idiomas, escribe delicados villancicos en dialectos juguetones: canario, vizcaíno y vascuence, negro, zambo, mestizo, mulato, indio, adjudicándoles estructuras gramaticales sencillas e imitando entonaciones y maneras de hablar. Entre ellos se encuentran ensaladas y entremeses, cantos de ocasión, juguetes, jácaras, etc.
Ejemplos de este mosaico étnico, retórico y lingüístico son los siguientes:
(Del Villancico II del Segundo Nocturno, Asunción de 1676)5
(Latín)
Illa quae Dominum Caeli
gestasse in utero, digna,
et Verbum divinum est
mirabiliter enixa:
cuis Ubera Puello
lac dedere benedicta,
et vox conciliavit somnum
Davidica dulcior lyra:
Quae subiectum habuit Illum
materna sub disciplina,
Caeli quem tramentes horrent
dum fulmina iratus vibrat.
(Del Villancico VII del Tercero Nocturno, Asunción de 1676)
(Español)
La Retórica nueva
escuchad, Cursantes,
que con su vista sola persüade,
y en su mirar luciente
tiene cifrado todo lo elocuente,
pues robando de todos las atenciones,
con Demóstenes mira y Cicerones.
Coplas. - Quintillas
Para quien quisiere oír
o aprender a bien hablar,
y lo quiere conseguir,
María sabe enseñar
el arte del bien decir.
En enseñar ejercita
la dulzura de su voz
que a tiempos no se limita;
que como su asunto es Dios,
siempre es cuestión infinita.
(Tocotín del Villancico VIII. Ensaladilla. Tercero Nocturno, Asunción de 1676) (Náhuatl6 )
-Tla ya timohuica
totlazo Zuapilli
maca ammo, Tonantzin,
titechmoilcahuíliz.
Ma nel in Ilhuícac
Huel timomaquítiz
¿amo nozo quenman
timotlalnamíctiz?
In moayolque mochtin
huel motilinizque;
tlaca amo, tehuatzin
ticmomatlaníliz.
Ca mitztlacamati
motlazo Piltzintli
mac tel, in tepampa
xicmotlatlauhtili.
(Villancico VIII del Tercero Nocturno, San Pedro Nolasco, 1677)
(Mestizo y mexicano)
Tocotín
Los Padres bendito
tiene on Redentor;
amo nic neltoca
quimati no Dios.
Sólo Dios Piltzintli
del Cielo bajó,
y nuestro tlatlácol
nos lo perdonó.
Pero esos Tepoxqui
dice en so sermón
que este San Nolasco
mïetchin compró.
Yo al Santo lo tengo
mucha devoción
y de Sempual Xúchil
un Xúchil le doy.
(Villancico VIII del Tercero Nocturno, Asunción, 1685)
(Ensalada)
[…]
Supplices te exoramus
ut preces nostras audias
miserrimosque exaudias;
te, Domina, rogamus,
Et ad Matrem mistissimam clamamus.

Prosigue la Introducción
-Bueno está el Latín; mas yo
de la Ensalada os prometo
que lo que es deste bocado,
lo que soy yo, ayuno quedo.

Y para darme un hartazgo
como un Negro camotero
quiero cantar, que al fin es
cosa que gusto y entiendo;
pero que han de ayudar todos.
Tropa. -Todos os lo prometemos.
-Pues a la mano de Dios,
y transfórmome en Guineo.

Negro
-¡Oh Santa María,
que a Dioso parió,
sin haber comadre
ni tené doló!
-Rorro, rorro, rorro,
rorro, rorro, ro!
¡Qué cuaja, qué cuaja, qué cuaja,
qué cuaja te doy.
-Espela, aún no suba,
que tu negro Antón
te guarra cuajala
branca como Sol […]

Prosigue la Introducción
-Pues que todos han cantado,
yo de campiña me cierro:
que es decir, que de Vizcaya
me revisto. ¡Dicho y hecho!
Nadie el Vascuence murmure,
que juras a Dios eterno
que aquésta es la misma lengua
cortada de mis abuelos.
Sor Juana es sinécdoque de mexicanidad, de universalidad; es, además, defensora a ultranza como transmisora de lo popular se manifiesta libre y rutilante en una protesta social para defender los derechos de las clases desfavorecidas y humilladas por los grupos del poder. Sor Juana es una ferviente defensora de los humildes e indefensos, de los marginados, de los esclavos, de quienes nunca eligieron la cuna a la que pertenecieron, de quienes integraron las castas. La vasta comprensión del mundo que le rodeaba la ha hecho una mujer adelantada a su tiempo.

Hay una gran variedad de lenguas en España y las más conocidas son castellano, catalán, gallego y vasco. Pero también existen otras 'lenguas', a las cuales frecuentemente se denomina dialectos o subdialectos, no sin muchas protestas de sus hablantes. Hay gran división de opiniones en este asunto. Ejemplos de este tipo son el valenciano, el balear, el mallorquín, el bable y el gascón. También se habla una variante de portugués en las zonas adyacentes a Portugal7.
Dijo alguna vez Don Miguel de Unamuno8 que las discusiones sobre los problemas de la lengua le recordaban algo que ocurrió en América y que que no olvidaría nunca. Tratábase de una orden religiosa que dio a los indios guaraníes un catecismo queriendo traducir al guaraní los conceptos más complicados de la Teología, y, naturalmente, fueron acusados por otra Orden de que les estaban enseñando herejías; y es que no se puede poner el Catecismo en guaraní ni en azteca sin que inmediatamente resulte una herejía.
Con toda seguridad a nuestra Sor Juana no le pareció así pues creyó prudente adoctrinar a los indios, zambos, mulatos y negros desde sus propias lenguas para quizá lograr así un acercamiento mayor a la Iglesia.
Del mismo Unamuno, concluyo esta disertación con una cita:
El español, lo mismo me da que se llame castellano, yo le llamo el español de España... El castellano es una obra de integración: han venido elementos leoneses y han venido elementos aragoneses, y estamos haciendo el español, lo estamos haciendo todos los que hacemos Lengua o los que hacemos poesía... España... Es renación, renación de renacimiento y renación de renacer, allí donde se funden todas las diferencias, donde desaparece esa triste y pobre personalidad diferencial.

Notas:
1PFANDL, Ludwig [a]. (1983). Sor Juana Inés de la Cruz. La décima musa de México. Trad. Juan Antonio Ortega y Medina. Edición y prólogo de Francisco de la Maza. (1946). México:UNAM.2<http://www.artehistoria.com/frames.htm?
http://www.artehistoria.com/historia/contextos/1535.htm
>
3 MÉNDEZ Plancarte, Alfonso. (1976). "Prólogo y notas". Obras Completas de Sor Juana Inés de la Cruz. Tomo I. Lírica personal. (1951). Biblioteca Americana. México:FCE.
4 <http://www.cuatros.com/villanci.htm>
5 Méndez Plancarte, Alfonso. (1976). "Prólogo y notas". Obras Completas de Sor Juana Inés de la Cruz. Tomo II. Villancicos y Letras Sacras. (1952). Bilbioteca Americana. México: FCE.
6 <http://www.ifrance.com/nahuatl/nahuatl.page.html>
7 <http://stp.ling.uu.se/~camilla/sped/intro.html>

8 Las lenguas de España, Miguel de Unamuno.
* Ponencia presentada en el I Congreso Internacional Sociedades y Culturas: Abriendo Caminos. Sociedad Española de Estudios Literarios y Universidad de Sevilla

Dra. Susana Arroyo HidalgoCatedrática del Tecnológico de Monterrey, Campus Estado de México, México y de la Universidad Autónoma de Barcelona, España

Fuente: http://www.razonypalabra.org.mx/anteriores/n30/sarroyo.html

Ángeles Mastretta: Con ajenos pensares

Uno convive con los escritores muertos como si estuvieran vivos. Vienen a nuestra casa y se instalan a conversar de todo. Quizás no de la república, pero sí de que el volcán Popocatépetl echaba fumarolas cuando nació Sor Juana, mientras que Amado Nervo nunca lo vio sino quieto.
En el hermoso y encantado libro con que Nervo volvió a poner a Sor Juana en el ánimo de los desmemoriados mexicanos, dos siglos y medio después de su nacimiento, cita al padre Calleja, su primer biógrafo, cuando describe que ella nació cerca de “dos montes que no obstante lo diverso de sus cualidades, en estar cubierto de sucesivas nieves el uno, y manar el otro perenne fuego, no se hacen mala compañía entre sí”. Después, en un pie de página, Nervo comenta cuán raro le parece que apenas dos siglos atrás el volcán estuviera en actividad constante. No sabía él que un siglo después de su asombro estaríamos, nosotros, viendo brotar fuego y cenizas, no siempre ahí cerca, pero sí todas las noches, en un aparato que tal vez él, curioso y deslumbrado por las rarezas del mundo, encontraría cosa del cielo, porque da “la ilusión de una proximidad emocionante”. Como la que él sintió bajo el aire de Nepantla, la primera vez que ahí estuvo, “vagando entre los campos anegados de luna”.
Las cosas que podía escribir Nervo en elogio de un mundo que ya no sabemos nombrar así, porque le hemos tomado muchas fotos. Yo no sé cómo describir la emoción que provoca el volcán alardeando de brutal frente a un mundo que lo mira temiéndole menos que a otros fuegos.
Hace apenas un siglo, Nervo escribió deslumbrado por Sor Juana y la elogió como hacía mucho tiempo que no sucedía.
Hoy nos resulta normal que se hable de la monja como un ser excepcional cuya mente ayudó a formar “el alma de la Patria e hizo que se destacara poco a poco la individualidad de la misma”.
¿Quién se atrevería ahora a hablar así de quienes forman la idea, el pensamiento, la individualidad de nuestro país? Conmueve leer a Nervo hablando de nuestra patria, ya nadie habla aquí de la Patria, así, con mayúscula. Ahora es México, el México que querríamos, no el que tenemos, el México con un futuro indeciso, el México del desencanto y muchas veces del miedo. ¿Quién diría de unos jóvenes militares, de éstos que mueren porque sí, porque nadie, lo que escribió Nervo para los Niños Héroes?
Descansa, y que tu ejemplo persevere, 
que el amor al derecho siempre avive; 
y que en tanto que el pueblo que te quiere 
murmura en tu sepulcro: “¡Así se muere!”, 
la fama cante en él: “¡Así se vive!”.
Esta pasión de Nervo y Sor Juana por su país, ya no se dice así.
Escribió Sor Juana elogiando un huerto de la Nueva España en que le tocó vivir.
Pues si las flores le aclaman
Razón es que mi fineza
Ayude a su aclamación
Están los poetas sobre mi escritorio y andan aquí diciendo lo que se me ocurre al leerlos.
A propósito del volcán, hablamos del fuego. Y dijo Juana de Asuaje, como afirman que debería escribirse.
Que el Cielo todo en llamas encendido
De improviso a la tierra se ha venido
Y es tan crespo el volumen de centellas,
¡Que son rasgos el Sol, Luna y Estrellas!
Rasgo el sol, comparado con el volcán echando luces. Sin duda. De qué manera viene a cuento. Sor Juana siempre viene a cuento. Es cosa de llamarla. Y esto mismo creyó Nervo.

Todo yo soy un acto de fe.
Todo yo soy un fuego de amor.
Lo recitaba mi abuela que era memoriosa y aprendió de joven toda esta poesía, lo que entonces era como aprender canciones. Yo conocí de Nervo escuchándola decir.

Al reventar el alba del día que me quieras,
tendrán todos los tréboles cuatro hojas
[agoreras
Nervo tiene frente a los tres tomos que están en mi escritorio, con las obras completas de la monja, una reverencia compartida conmigo. Supo que genios como ella no se dan todos los siglos y dijo con sencillez, al presentar el libro con sus reflexiones:

En este libro casi nada es propio:
con ajenos pensares pienso y vibro,
y así, por no ser mío y por acopio,
este libro es quizá mi mejor libro.

Busco en el tomo dos, el de los Autos y Loas, algo con que corresponda la monja. Y encuentro lo que podría ser su elegante agradecimiento:
Salgan signos de la boca 
de lo que el corazón arde
que nadie creerá el incendio
si el humo no da señales.
—Tiene razón, diría el volcán.
—Siempre la tiene, digo yo.
Desde el pequeño libro blanco dedicado a honrarla, dice Nervo: “Para un cerebro tan límpido como el suyo fue posible estudiar tanto y cosas tan varias al mismo tiempo, porque el poder de su ingenio bastaba de sobra a discernirlas y diferenciarlas”.
Vuelvo a Sor Juana para dar las gracias y ella responde con un guiño:
Quien vive por vivir sólo
sin buscar más altos fines,
de lo viviente se precia
de lo racional se exime;
y aun de la vida no goza:
pues si bien llega a advertirse,
el que vive lo que sabe, sólo sabe lo que vive.
—Madre, qué honda y acibarada elocuencia la vuestra, dice Nervo en su libro.
Y yo creo que ella estaría contenta de encontrar en otro poeta el reconocimiento que muchos le negaron por envidia. Y podría contarnos esto que escribió para explicarla: “Y así como ninguno quiere ser menos que otro, así ninguno confiesa que otro entiende más, porque es consecuencia del ser más. Sufrirá uno y dirá que el otro es más noble que él, que es más rico, que es más hermoso; pero que es más entendido, apenas habrá quien lo confiese…”.
—Habéis de ser admirable en todo. Hasta en cómo nombrar la envidia, dice Nervo.
—También usted supo de aclamación y envidias, le digo yo al delgadísimo Amado Nervo.
Y hojeando a la Sor le comento:
—Cuando murió lo lloraron multitudes y hubiera podido decirse de él lo que usted dijo del rey Carlos II, hemos de entender que porque así obligaba el tiempo, y no porque fuera del todo verdad sino porque además de ser preciso rimaba de manera tan hermosa que fue menester decirlo y decírselo a quien fuera:

El Agua pula cristales
la Tierra ostente matices
el Viento soplos aliente,
el Fuego luces avive:
¡Agua, Tierra, Viento y Fuego!
Todo a sus plantas se rinde
Cierto. Todavía en los años cincuenta del siglo XX, los adultos lo citaban a propósito de todo. Ni se diga el “Albor de un idilio”. Recuerdo, por ejemplo:
Nos amamos los dos intensamente,
aunque nunca lo digan nuestros labios.
¿Para qué ir a buscar las expresiones,
si tanto nos decimos al mirarnos?
O este otro:
Quisiera ser el rayo transparente
de la luna plateada y misteriosa,
para besar tu nacarada frente
en medio de la noche silenciosa.
Aún ahora, cuando enardecen las cantinas, nunca falta el valiente que alza su copa para decir “Cobardía”, su poema más célebre.
…Pero tuve miedo de amar con locura, 
de abrir mis heridas, que suelen sangrar, 
¡y no obstante toda mi sed de ternura, 
cerrando los ojos, la dejé pasar! 

—Triste, difícil y contagioso, le digo a la Sor, para seguir en la tertulia, mientras busco en su segundo tomo algunos de mis versos preferidos:

Si arde el mar, ¿qué hará la tierra?
Si el agua, ¿qué harán las flores?
Si los peces, ¿qué los brutos?
Si las ondas, ¿qué los montes?
Si la espuma, ¿qué la hierba?
Se vuelven divertidas las reuniones que hacen, sobre la mesa de mi estudio, los grandes escritores.
Sor Juana y Nervo pasaron hasta la medianoche hablando de sus coincidencias. Del tiempo, de la muerte, del desamor y el agua, del pasado y el miedo. De la escritura.
Nervo estaba feliz. Yo, ni se diga. Sucede con los poetas lo mismo que con los acróbatas, sólo el que ha intentado danzar como ellos sabe el tamaño de la dificultad que esconde la aparente textura fácil de un verso.
Dijo Nervo:

Por esa puerta huyó diciendo: “¡nunca!”
Por esa puerta ha de volver un día…
Al cerrar esa puerta dejó trunca 
la hebra de oro de la esperanza mía. 
Por esa puerta ha de volver un día. 

—¡Bravo maestro! ¡Viva la esperanza!, dije yo más borracha que ninguno.
Diuturna enfermedad de la esperanza
que así entretienes mis cansados años
y en el fiel de los bienes y los daños
tienes en equilibrio la balanza;
Escribió la Sor que tiene para todos. Nervo aplaudió y yo caí rendida con estos cuatro primeros versos de un soneto que no me conocía.
—Se acabó, dijo el tomo de Sor Juana cerrándose porque es grueso y no lo detuve. Así que la “Lírica Personal” se quedó muda.
Antes de irme a dormir, les dije de memoria dos líneas que me sé como si fueran una lección de siempre. A propósito del llanto y las pasiones, escribió Juana Inés hace mil años, cuando yo tenía quince:
Porque va borrando el alma
lo que va dictando el fuego.
Ángeles Mastretta. Escritora. Autora de MaridosMal de amoresMujeres de ojos grandes Arráncame la vida, entre otros títulos.
Fuente: Revista nexos
Véasehttp://www.nexos.com.mx/?p=14871

7 de diciembre de 2013

Cuento: El infierno de Sor Juana, por Andres Neuman

Este es uno de los 32 cuentos de distinto volumen de "Hacerse el muerto", de Andrés Neuman, en donde ahonda en una ambigüedad entre la risa y la tragedia. 

POR ANDRÉS NEUMAN



La noche en que la conocí, Sor Juana me explicó que todo había sido culpa de la menopausia. Pero la menopausia, objeté con pedantería, es a los cincuenta. Juana me contempló como esos curas que están a punto de castigarte y deciden absolverte. Se me quedo mirando con una sonrisa superior, invitadora, y contestó tranquilamente: tú qué vas a saber de la menopausia de las monjas, guey.

Quince minutos más tarde, Juana pagó las copas. Veintidós minutos más tarde, milagro, encontramos un taxi libre en medio del paseo de la reforma. Cuarenta y tres minutos más tarde, ella brincaba sobre mí, inmovilizándome las muñecas.

Según me confesó, Juana perdió la virginidad con un fraile rubio, una semana antes de abandonar el convento. Para ser más precisos, digamos que perdió la virginidad con seis o siete frailes, no todos ellos rubios, a los treinta y nueve años de edad. Fue, en sus propias palabras, probar apenas uno y quererlos todos, todos, todos. La repetición no es mía, sino de Juana. Así lo contaba ella, con los ojos cerrados y las piernas abiertas.

En cuanto comprendió que nunca más sería digna a los ojos del Señor (cosa que comprendió enseguida), Juana se dejó crecer el cabello, consiguió un trabajo de ayudante en una veterinaria y dedicó todo su tiempo libre (todo, todo, todo) a fornicar con hombres de cualquier edad, raza y religión. El único requisito, según advertía Juana, es que no se enamorasen de ella. Y que se lo prometieran desde el primer día. Yo ya
he estado comprometida con mi Señor, les explicaba (nos explicaba), desde los dieciocho y los treinta y nueve. Y como es imposible aspirar a entregas más altas, ahora quiere sexo, sexo, sexo. Aunque sé que por eso me voy a condenar.

Cualquiera que no se haya acostado con Juana (y reconozcamos que esa posibilidad empieza a ser remota en Ciudad de México) podría desconfiar de semejante frase: “Sé que por eso me voy a condenar”. Y la consideraría quizás una excusa beata. Pero bastaba una sola noche con ella, quizás un breve coito, para comprender hasta qué punto la afirmación de Juana era severa y transparente.

La vida sexual de Juana era mucho más que eso. Que vida, me refiero. Y de no haber sido tan entusiasta, me atrevería a añadir que se trataba justo de lo contrario, de una muerte. Con sus correspondientes, y absolutamente inevitables, resurrecciones carnales. Puedo imaginar los equívocos que esto despertará en las mentes más retorcidas. Extasis espasmódicos. Succiones insondables. Inverosímiles duraciones. Burdas acrobacias. Por Dios, por Dios, por Dios. Lo de Juana era distinto. Llano. Sin posturas incómodas. Sin técnicas orientales. 

Lo de Juana era algo que nuestra civilización casi ha perdido: pura lascivia. Con sus tentaciones irrefrenables, sinceros remordimientos, y reincidencias fatales. Lo increíble era que estos ciclos, que a los demás pueden llevarnos días, meses, años, Juana los resumía en pocos minutos. Intentando una aproximación científica, digamos que la población femenina suele experimentar las fases de excitación, meseta, orgasmo y resolución. Juana en cambio padecía rubor, enajenación, arrepentimiento y recaída. Sin preámbulos. Sin demora. Como una tormenta de verano.

Desde nuestro primer encuentro en su casa, asistí boquiabierto a la liturgia que se repetiría siempre. Juana me desnudaba con brutalidad. Me mordía. Me rechazaba. Se arrancaba la ropa interior y me atraía dentro de ella. Entonces daba comienzo la parte más asombrosa, esa que termina a de capturar mis sentidos y que, de alguna forma, terminó por condenarme: Juana me hablaba. Hablaba, aullaba, rezaba, suplicaba, lloraba, reía, cantaba, daba gracias. Para hacerla ingresar en aquel trance, no hacía falta hazañas físicas de ninguna clase. Sólo había que aceptarla. La recompensa era apabullante. Entre los cientos de obscenidades bíblicas que Juana profería durante el acto, me fascinaban sobre
todo las más simples: “Me fuerzas a pecar, maldito”, “por tu cuerpo ya no tengo perdón”, “me empujas al infierno”, etcétera. Algún escéptico pensará que eran meras exclamaciones de doctrina pero a mí esas cosas me conquistaban. Soy un hombre corriente. No suelo despertar grandes pasiones. Y nunca jamás, entiéndanme, había llevado a nadie hasta el infierno.

Mi tragedia era esta: ¿cómo fornicar después de Juana? ¿Valía la pena salir de las voluptuosas llamas del Averno para acomodarse en las blanduras de un colchón cualquiera? Con ella, cada vez era un acontecimiento. Un placer deplorable. Un acto de maldad trascedente. Con las demás mujeres, el sexo era apenas sexo. Desde que conocí a Juana mis amantes esporádicas, especialmente las progresistas, me parecían tibias, previsibles, de una normalidad desesperante. Lo que hacíamos juntos no era terrible, ni atroz, ni imperdonable. Al tocarnos, ninguno de los dos perdía sus principios. Fingíamos encontrarnos para cenar.

Bromeábamos con cortesía. Nos aburríamos gratamente. Con el tiempo fui pasando de la apatía a la fobia, y llegué a detestar los gestos vacíos que intercambiaba con mis compañeras. Los comienzos precavidos. Las pequeñas contracciones. Los grititos moderados. Ya no sabía estar con nadie, nadie, nadie. La última noche que pasé en casa de Juana, ella estaba vestida como de costumbre: falda ancha y zapatos viejos. Sin peinar. Sin maquillarse. Y con la carne erizada. Cuando se arrancó la ropa y contemplé de nuevo su sexo velludo, no pude evitar besarla y
susurrarle al oído: estoy enamorado, Juana. Ella cerró los muslos de inmediato. Se ovilló en el sofá, alzó el mentón y dijo: entonces vete. Me lo dijo tan seria que ni siquiera tuve fuerzas para insistir. Además, era yo quien había incumplido su promesa. Me vestí avergonzado. Mientras cruzaba la salita poblada de crucifijos y vírgenes, oí que Juana me chistaba. Me volví esperanzado. La vi acercarse desnuda. Caminaba rápido. Se
notaba que tenía los píes fríos. Me miró a los ojos con una mezcla de rencor y compasión. No se puede ir al infierno por amor, me dijo.

Después, se apagó la luz.

Fuente: http://www.revistaenie.clarin.com/literatura/ficcion/Hacerse-muerto-Andres-Neuman-Sor-Juana_0_1036696531.html

  • Revista de Cultura online: Clarín.com



































  • LITERATURA
  • Ficción
  • 26/11/13 - 09:22

9 de noviembre de 2013

Sor Juana y su mundo

Dibujo de SorJuana,extraído de Obras completas de Amado Nervo,.
 Volumen III. Juana de Asbaje, Biblioteca Nueva Madrid.


Fuente:http://www.cervantesvirtual.com/ 

Toma de hábito de Sor Juana Inés de la Cruz

Toma de hábito de Sor Juana Inés de la Cruz, 
Óleo sobre tela. Juan Urrichi, 1876, MUNAL, INBA 

Fuente: http://misteriospublicos.blogspot.mx/2010/01/juana-ines-de-asbaje.html

16 de septiembre de 2013

Mural: Sor Juana, Creación y Creenza.

Sor Juana, Creación y Creenza.
(Relata la vida y la producción literaria de Sor Juana)


Acerca del autor:








El pintor Julio Carrasco Bretón es uno de los pocos muralistas mexicanos que siguen con vida. 
Durante sus más de 35 años de carrera artística ha pintado más de 50 murales que actualmente se exhiben en distintas partes de México, Canadá, Cuba, Costa Rica, Francia, Bulgaria. Argentina, Ecuador, España y Suiza. 
Debido a que tuvo una formación científica y filosófica, los temas de sus murales suelen relacionarse con la ciencia, la ecología, la tecnología y la historia, aunque también ha llegado a abordar cuestiones mitológicas. 
Es conocido por haber desarrollado una técnica apodada como "murales en taco", que permite pintar en paneles que son enrollables y transportables y pueden ser armados fácilmente

Texto por: Edna Zúñiga  25 de Junio, 2013 |
Fuente:  http://de10.com.mx/top10/2013/los-murales-mas-famosos-de-julio-carrasco-breton-16764.html

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