12 de Noviembre natalicio de Sor Juana

Evocación a Sor Juana en su cumpleaños

Sor Juana y Quevedo...todo se puede decir

Las palabras eran perlas con las que podría hacer collares, ladrillos con los que construiría castillos, lodo con el que fabricaría personas...

Sor Juana precursora de la nueva mujer I

La palabra de sor Juana se edifica frente a una prohibición…Su decir nos lleva a lo que no se puede decir...

Sor Juana precursora de la nueva mujer II

Curiosa irredenta, estudiosa del mundo que le tocó vivir, poeta, mujer misterio, fiel a su vocación

Mujeres inconvenientes, sin centavear

Su producción literaria se caracteriza por su sinceridad y fuerza, que alcanzan tonos desconocidos de sus contemporáneos

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25 de agosto de 2013

Sor Juana y un ejercicio de agudeza extrema


Sor JuanaEn una época donde parecen no existir nuevos lenguajes literarios en la poesía, donde “lo nuevo” es simplemente un slogan y los procedimientos de construcción navegan en las aguas de lo literal, quizá Sor Juana, a través de un ejercicio de agudeza extrema, pueda recordarnos que la poesía es, ante todo, la exploración de las posibilidades significativas del lenguaje. Un texto de Alí Calderón.



Sor Juana y un ejercicio de agudeza extrema

Durante el siglo XVII, la poética de la agudeza fue piedra de toque de las preceptivas literarias. Y lo era porque, fundamentalmente, constituía una toda una visión de mundo. El italiano Emmanuele Tesauro, por ejemplo, pensaba que la agudeza del hombre no es sino un reflejo de la agudeza de la naturaleza y de Dios mismo. Escribe: “los Ángeles mismos, la naturaleza, el gran Dios, al conversar con los hombres, han expresado sus agudezas, verbales o simbólicas, sus más intrincados e importantes secretos”. Así, según la concepción que se fue formando en los Siglos de Oro, la agudeza, en palabras de Joao Adolfo Hansen,

resulta de la sindéresis prendida en el alma del acto perceptivo y en el acto intelectivo del juicio. Como un silogismo retórico o entimema, la agudeza desdobla sensiblemente, en el espacio y en el tiempo, la calidad ético-teológica de la participación de su observador en la Luz divina. Dicho de otro modo, el decoro retórico de los estilos agudos materializa el decoro ético del juicio que los produce.

  De esta manera, el poeta que emplea agudezas, de algún modo, participa o muestra o hace visible a los ojos de sus lectores la acción creadora de Dios. El propio Hansen abunda:

Por primer postulado, la representación colonial presupone el carácter universal del disegno en la mente humana. El disegno es, en el juego de palabras italiano, segno de Dio, signo de dios, designio de la presencia de la luz natural de la Gracia que actúa amorosamente en la naturaleza y en la historia. Las preceptivas italianas y españolas que circularon en las colonias portuguesas tratan justamente de la posibilidad de haver visible el diseño mental de la Luz en recetas de agudezas, como es en el caso de las “25 cautelas para uso de las agudezas” de Peregrini; “de los teoremas prácticos” articulados a las diez categorías aristotélicas, de Tesauro; o de las “Crisis” de Gracián.

En literatura, la agudeza (lo que luego habría de identificarse con “ser conceptuoso”) consistía en la capacidad del poeta para aproximar, unir o lograr la identidad de dos términos o ideas aparentemente lejanas, inconexas e irreconciliables. Más tarde Mijail Lomonosov afirmará que el secreto de la literatura es conjugar ideas lejanas. En un metalenguaje actual, la agudeza da cuenta de manejos retóricos ligados fundamentalmente a los metasememas y a los metalogismos, es decir, a operaciones que alteran el plano de la forma del contenido aunque las tradicionalmente llamadas “figuras de construcción”, identificadas con las operaciones de metaplasmo y metataxis, no quedan excluidas de su sistema. A final de cuentas,  según mi perspectiva, la agudeza es un intento por alejarse de la transparencia del lenguaje, de su grado cero, una organización retórica con la intencionalidad estética de develar o sugerir una semejanza o nexo significativo entre dos o más términos o niveles de lectura o planos lingüísticos (expresión y contenido a través de la ley de la isomorfía) para generar discursos poco predecibles, sorpresivos, y fundamentalmente plurisémicos o polisémicos. De ese modo, la agudeza no es sino una manera de actuar por parte del poeta que asegura la eficacia en los rubros que dan cuenta de la calidad literaria de una obra: la autorreflexividad y la multiplicidad interpretativa.
            Sor Juana podría servirnos como ejemplo claro del empleo de un tipo muy particular de agudeza, más allá de los artificios comunes de construcción y que, aún hoy, podría arrojar luz para encontrar un nuevo lenguaje literario. Me referiré a uno de sus cinco sonetos burlescos, “Aunque eres Teresilla tan muchacha”, uno de esos poemas en los que, según Méndez Plancarte, se muestra esa “sal picaresca y aún demasiado gruesa” de la monja jerónima:

Aunque eres, Teresilla, tan muchacha,
le das quehacer al pobre de Camacho,
porque dará tu disimulo un chacho
a aquél que se pintare más sin tacha.

De los empleos que tu amor despacha
anda el triste cargado como un macho,
 y tiene tan crecido ya el penacho
que ya no puede entrar si no se agacha

Estás a hacerle burlas ya tan ducha,
y a salir de ellas bien estás tan hecha,
que de lo que tu vientre desembucha

sabes darle a entender, cuando sospecha,
que has hecho, por hacer su hacienda mucha,
de ajena siembra, suya la cosecha.

El poema es bastante claro. Se advierte en él, como dice Lazarte, “la mezcla de la imitación clásica con la voz popular”. La altísima estimación del ingenio y la búsqueda rococó de la agudeza son de raigambre culta mientras el pie forzado, la temática, los giros lingüísticos son de índole evidentemente popular. La monja emplea la desproporción para generar el efecto de lo ridículo, antesala de la comicidad. Teresilla se burla una y otra vez de Camacho, su marido. La infidelidad ha llegado a niveles increíbles de cinismo. Este es el punto en que sor Juana entiende que las distintas aristas de la agudeza potencian el efecto polisémico del poema. Me llama la atención particularmente el asunto de los nombres propios en el texto. ¿Por qué llamar a los personajes Camacho y Teresilla? ¿Carece de relevancia este procedimiento? ¿La asignación de un nombre a los personajes del discurso habrá sido dejada al azar, impulsada por la ingenuidad, por el mero capricho?
Pienso que no.
En su Respuesta a Sor Filotea, Sor Juana demuestra conocer sobradamente la preceptiva de Baltasar Gracián. En algún momento, el jesuita aragonés escribió que “siempre el nombre fue origen de grandes conceptos”. Por ello, no resulta extraño que los nombres de Camacho y Teresilla presenten un carácter simbólico, que estén dotados de semas o rasgos distintivos que abren nuevas posibilidades significativas. Según los diccionarios etimológicos de Gutierre Tibón, el apellido Camacho deriva de Gama “femenino de Gamo, latín gammmus […] animal semejante al corzo”. Este animal desarrolla una pequeña cornamenta de la misma manera en que el hombre burlado del soneto un penacho. ¿Casualidad? Seguramente no. Igualmente interesante resulta la observación de que una de las acepciones de “Teresa” sea “la cosechadora” y que el soneto se concluya precisamente con esa idea. De este modo, la relación de semejanza entre el nombre de los personajes del poema y su rol o participación en él, con su respectivo toque de mordacidad, da cuenta de un extraordinario y poco habitual ejercicio de agudeza.

Círculo de Poesía - Revista electrónica de literatura
Aviso: Los comentarios son responsabilidad de sus autores. 
No necesariamente representan la opinión del Círculo de Poesía.
Círculo de Poesía. Revista electrónica de literatura. Año 3, semana 46, noviembre, 2012 Publicación semanal editada por Territorio Poético A.C. Azabache 136-A Lomas del Mármol, Puebla, Pue. C.P. 72574. www.circulodepoesia.com Editor responsable: Alí Calderón.

2 de agosto de 2013

La ausencia en los ojos, la presencia en los lejos



Me acerco y me retiro:
¿quién sino yo hallar puedo
a la ausencia en los ojos
la presencia en los lejos?
Extracto de: Me acerco y me retiro
Sor Juana Inés de la Cruz
12 de noviembre de 1651 – 17 de abril de 1695

En Memoria de Sor Juana Inés de la Cruz, libro de José Serrato

20 de abril de 2013

Sor Juana: poesía que libera


Sor Juana: poesía que libera
José Cueli
G
uarda Sor Juana Inés de la Cruz, como venerable reliquia del arte, un eco del pasado conventual que en la literatura tuvo su religión más pura. Poesía con suavidad de clavicordio que nos acerca a la armonía suprema del más allá.
La escritura de Sor Juana está vestida de ricas sedas, valiosas incrustaciones y sonidos de finas maderas. Espejos que nos recuerdan las posibilidades de la mujer de saltar las bardas de la opresión mediante su imaginación y creatividad.
La poesía de Sor Juana está labrada de airosos movimientos que despiden sonidos que no pueden profanarse como su palabra. Música de clavicordio, relicario de las musas graves, irónicas o espirituales. Es su poesía música que duerme al rumor de su ternura y el perfume de sus versos, y le imprime la huella de su feminidad al son de la clave. Mientras entran en éxtasis sus lectores.
La poesía con música de clavicordio de Sor Juana es ella misma, al igual que la suavidad y tersura con la que se desliza su escritura. No cambian más que las palabras e imágenes, la música es siempre letanía interior cantada con el eco inconfundible de su escritura interna, conventual.
Su clasicismo, piadoso como un espejo, nos devuelve la imagen que ayuda a recordar las imágenes anteriores en la hora melancólica de la tarde.
La poesía de la Décima Musa es evocadora de lo clásico, de lo perfecto y de lo acabado, remata con claridad cada verso. La ausencia que vive al escaparse las imágenes, entre las que se le fue la vida.
Su poesía es entrega, sin artificios ni engaños. Rimas que surgen de sus huellas más arcaicas, a las que busca con tranquilidad pero a la vez con pasión, y le encienden la piel con las tenues notas cristalinas de su rezo, arrullo de cuna.
En su poesía clásica hay una historia de amor nunca actuada. En ella tiene su escritura el mejor medio de expresión.
La base de su música de clavicordio, suavidad y misterio que descubren su finísima fragancia que le arrancan un eco casi imperceptible de su pasado y su proyecto al futuro, en una poesía universal.
Historia ligada a la armonía de las imágenes que se vuelven escritura, al margen del convento, en los márgenes de la piel de su cuerpo religioso.
Sor Juana Inés de la Cruz murió en 1695, durante una epidemia; pero fue la palabra la que dio libertad a su alma.
Fuente: La Jornada

30 de marzo de 2013

Ya que para despedirme


Ya que para despedirme,
dulce idolatrado dueño,
ni me da licencia el llanto
ni me da lugar el tiempo,
háblente los tristes rasgos, 
 entre lastimosos ecos,
de mi triste pluma, nunca
con más justa causa negros. 
Y aun ésta te hablará torpe
con las lágrimas que vierto,
porque va borrando el agua
lo que va dictando el fuego.
Hablar me impiden mis ojos;
y es que se anticipan ellos,
viendo lo que he de decirte,
a decírtelo primero.
Oye la elocuencia muda
que hay en mi dolor, sirviendo
los suspiros, de palabras,
las lágrimas, de conceptos. 
Mira la fiera borrasca
que pasa en el mar del pecho,
donde zozobran, turbados,
mis confusos pensamientos. 
Mira cómo ya el vivir
me sirve de afán grosero;
que se avergüenza la vida
de durarme tanto tiempo.
Mira la muerte, que esquiva
huye porque la deseo;
que aun la muerte, si es buscada,
se quiere subir de precio. 
Mira cómo el cuerpo amante,
rendido a tanto tormento,
siendo en lo demás cadáver,
sólo en el sentir es cuerpo. 
Mira cómo el alma misma
aun teme, en su ser exento,
que quiera el dolor violar
la inmunidad de lo eterno.
En lágrimas y suspiros
alma y corazón a un tiempo,
aquél se convierte en agua,
y ésta se resuelve en viento.
Ya no me sirve de vida
esta vida que poseo,
sino de condición sola
necesaria al sentimiento.
Mas, ¿por qué gasto razones
en contar mi pena y dejo
de decir lo que es preciso,
por decir lo que estás viendo?
En fin, te vas, ¡ay de mi!
Dudosamente lo pienso:
pues si es verdad, no estoy viva,
y si viva, no lo creo.
¿Posible es que ha de haber día
tan infausto, funesto,
en que sin ver yo las tuyas
esparza sus luces Febo?
¿Posible es que ha de llegar
el rigor a tan severo,
que no ha de darle tu vista
a mis pesares aliento?
¡Ay, mi bien, ay prenda mía,
dulce fin de mis deseos!
¿Por qué me llevas el alma,
dejándome el sentimiento?
Mira que es contradicción
que no cabe en un sujeto,
tanta muerte en una vida,
tanto dolor en un muerto.
Mas ya que es preciso, ¡ay triste!,
en mi infeliz suceso,
ni vivir con la esperanza,
ni morir con el tormento,
dame algún consuelo tú
en el dolor que padezco;
y quien en el suyo muere,
viva siquiera en tu pecho.
No te olvides que te adoro,
y sírvante de recuerdo
las finezas que me debes,
si no las prendas que tengo.
Acuérdate que mi amor,
haciendo gala de riesgo,
sólo por atropellarlo
se alegraba de tenerlo.
Y si mi amor no es bastante,
el tuyo mismo te acuerdo,
que no es poco empeño haber
empezado ya en empeño.
Acuérdate, señor mío,
de tus nobles juramentos;
y lo que juró la boca
no lo desmientan tus hechos.
Y perdona si en temer
mi agravio, mi bien, te ofendo,
que no es dolor, el dolor
que se contiene atento.
Y adiós; que con el ahogo
que me embarga los alientos,
ni sé ya lo que te digo
ni lo que te escribo leo. 

3 de febrero de 2013

Sor Juana Inés de la Cruz: décima Musa del siglo XXI

 Sor Juana Inés de la Cruz: décima Musa del siglo XXI

9 de diciembre de 2012

Sor Juana, poesía que libera


José Cueli- Viernes 15 de mayo de 2009 
G
uarda Sor Juana Inés de la Cruz, como venerable reliquia del arte, un eco del pasado conventual que en la literatura tuvo su religión más pura. Poesía con suavidad de clavicordio que nos acerca a la armonía suprema del más allá.
La escritura de Sor Juana está vestida de ricas sedas, valiosas incrustaciones y sonidos de finas maderas. Espejos que nos recuerdan las posibilidades de la mujer de saltar las bardas de la opresión mediante su imaginación y creatividad.
La poesía de Sor Juana está labrada de airosos movimientos que despiden sonidos que no pueden profanarse como su palabra. Música de clavicordio, relicario de las musas graves, irónicas o espirituales. Es su poesía música que duerme al rumor de su ternura y el perfume de sus versos, y le imprime la huella de su feminidad al son de la clave. Mientras entran en éxtasis sus lectores.
La poesía con música de clavicordio de Sor Juana es ella misma, al igual que la suavidad y tersura con la que se desliza su escritura. No cambian más que las palabras e imágenes, la música es siempre letanía interior cantada con el eco inconfundible de su escritura interna, conventual.
Su clasicismo, piadoso como un espejo, nos devuelve la imagen que ayuda a recordar las imágenes anteriores en la hora melancólica de la tarde.
La poesía de la Décima Musa es evocadora de lo clásico, de lo perfecto y de lo acabado, remata con claridad cada verso. La ausencia que vive al escaparse las imágenes, entre las que se le fue la vida.
Su poesía es entrega, sin artificios ni engaños. Rimas que surgen de sus huellas más arcaicas, a las que busca con tranquilidad pero a la vez con pasión, y le encienden la piel con las tenues notas cristalinas de su rezo, arrullo de cuna.
En su poesía clásica hay una historia de amor nunca actuada. En ella tiene su escritura el mejor medio de expresión.
La base de su música de clavicordio, suavidad y misterio que descubren su finísima fragancia que le arrancan un eco casi imperceptible de su pasado y su proyecto al futuro, en una poesía universal.
Historia ligada a la armonía de las imágenes que se vuelven escritura, al margen del convento, en los márgenes de la piel de su cuerpo religioso.
Sor Juana Inés de la Cruz murió en 1695, durante una epidemia; pero fue la palabra la que dio libertad a su alma.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2009/05/15/opinion/a05a1culLa Jornada

2 de agosto de 2012

Revista Nexos: Ángeles Mastretta, Loas y caos sin una biblioteca (extracto)



Exquisito texto de la siempre genial Ángeles Mastretta, publicado en la revista Nexos.Si ella descubrió a sor Juana en secundaria, yo la leí a ella a placer en la preparatoria.











La poesía es un consuelo venga de donde venga. Tengo también a Lope y a Quevedo. En cierto modo a Góngora porque tengo a sor Juana que a mí me gusta más. A sor Juana, aquí cerca, muchas veces encima del escritorio, para robarle un adjetivo o responderle con sus propias palabras: “oyendo vuestras canciones / me he pasado a cotejar /cuán misteriosas se esconden /aquellas ciertas verdades / debajo de estas ficciones”. Ocurrencias así, hasta en los “Autos y Loas” donde uno diría que no se entiende mucho de nada. Pero en donde todo suena a todo y cada todo es excepcional. Gran lugar común que un tiempo no lo fue y ahora no mucho se frecuenta: la querida monja. Yo con ella sí puedo decir que he estado desde siempre, porque a los catorce años me sedujo con las contradicciones que en su ánimo provocaban Feliciano y Lisardo, Fabio y Silvio. Recuerdo lo que fue leerla por primera vez, en un libro de literatura para segundo de secundaria. Me acuerdo hasta del tono que había en la luz de esa mañana en el colegio. Siempre fui como de otro siglo, para eso de contar los amores. Aunque no me hubiera gustado vivir en tiempos de sor Juana. ¿A quién? Del pasado los libros y los sueños, a mí que me dejen el presente para tirarlo a diario por la ventana de los diarios. Para curarme con aspirinas los daños y los riesgos. Para venerar a la Sor sin vivir en su convento. 


Texto completo en: http://www.nexos.com.mx/?P=leerarticulo&Article=2099364

Fecha de publicación: 01/07/2011

17 de julio de 2012

Revista Letras Libres: La loa de Juana Inés

24 de junio de 2012

Revista Nexos: Ángeles Mastretta, Sor Juana siempre viene a cuento


Fecha: 01/06/2012


FUENTE
http://www.nexos.com.mx/?P=leerarticulov2print&Article=2102716 
Con ajenos pensares
Ángeles Mastretta
Uno convive con los escritores muertos como si estuvieran vivos. Vienen a nuestra casa y se instalan a conversar de todo. Quizás no de la república, pero sí de que el volcán Popocatépetl echaba fumarolas cuando nació Sor Juana, mientras que Amado Nervo nunca lo vio sino quieto.

En el hermoso y encantado libro con que Nervo volvió a poner a Sor Juana en el ánimo de los desmemoriados mexicanos, dos siglos y medio después de su nacimiento, cita al padre Calleja, su primer biógrafo, cuando describe que ella nació cerca de “dos montes que no obstante lo diverso de sus cualidades, en estar cubierto de sucesivas nieves el uno, y manar el otro perenne fuego, no se hacen mala compañía entre sí”. Después, en un pie de página, Nervo comenta cuán raro le parece que apenas dos siglos atrás el volcán estuviera en actividad constante. No sabía él que un siglo después de su asombro estaríamos, nosotros, viendo brotar fuego y cenizas, no siempre ahí cerca, pero sí todas las noches, en un aparato que tal vez él, curioso y deslumbrado por las rarezas del mundo, encontraría cosa del cielo, porque da “la ilusión de una proximidad emocionante”. Como la que él sintió bajo el aire de Nepantla, la primera vez que ahí estuvo, “vagando entre los campos anegados de luna”.

Las cosas que podía escribir Nervo en elogio de un mundo que ya no sabemos nombrar así, porque le hemos tomado muchas fotos. Yo no sé cómo describir la emoción que provoca el volcán alardeando de brutal frente a un mundo que lo mira temiéndole menos que a otros fuegos.

Hace apenas un siglo, Nervo escribió deslumbrado por Sor Juana y la elogió como hacía mucho tiempo que no sucedía.

Hoy nos resulta normal que se hable de la monja como un ser excepcional cuya mente ayudó a formar “el alma de la Patria e hizo que se destacara poco a poco la individualidad de la misma”.

¿Quién se atrevería ahora a hablar así de quienes forman la idea, el pensamiento, la individualidad de nuestro país? Conmueve leer a Nervo hablando de nuestra patria, ya nadie habla aquí de la Patria, así, con mayúscula. Ahora es México, el México que querríamos, no el que tenemos, el México con un futuro indeciso, el México del desencanto y muchas veces del miedo. ¿Quién diría de unos jóvenes militares, de éstos que mueren porque sí, porque nadie, lo que escribió Nervo para los Niños Héroes?

Descansa, y que tu ejemplo persevere,
que el amor al derecho siempre avive;
y que en tanto que el pueblo que te quiere
murmura en tu sepulcro: “¡Así se muere!”,
la fama cante en él: “¡Así se vive!”.


Esta pasión de Nervo y Sor Juana por su país, ya no se dice así.
Escribió Sor Juana elogiando un huerto de la Nueva España en que le tocó vivir.

Pues si las flores le aclaman
Razón es que mi fineza
Ayude a su aclamación 


Están los poetas sobre mi escritorio y andan aquí diciendo lo que se me ocurre al leerlos.
A propósito del volcán, hablamos del fuego. Y dijo Juana de Asuaje, como afirman que debería escribirse.

Que el Cielo todo en llamas encendido
De improviso a la tierra se ha venido
Y es tan crespo el volumen de centellas,
¡Que son rasgos el Sol, Luna y Estrellas!


Rasgo el sol, comparado con el volcán echando luces. Sin duda. De qué manera viene a cuento. Sor Juana siempre viene a cuento. Es cosa de llamarla. Y esto mismo creyó Nervo.

Todo yo soy un acto de fe.
Todo yo soy un fuego de amor.


Lo recitaba mi abuela que era memoriosa y aprendió de joven toda esta poesía, lo que entonces era como aprender canciones. Yo conocí de Nervo escuchándola decir.

Al reventar el alba del día que me quieras,
tendrán todos los tréboles cuatro hojas
[agoreras


Nervo tiene frente a los tres tomos que están en mi escritorio, con las obras completas de la monja, una reverencia compartida conmigo. Supo que genios como ella no se dan todos los siglos y dijo con sencillez, al presentar el libro con sus reflexiones:

En este libro casi nada es propio:
con ajenos pensares pienso y vibro,
y así, por no ser mío y por acopio,
este libro es quizá mi mejor libro.

Busco en el tomo dos, el de los Autos y Loas, algo con que corresponda la monja. Y encuentro lo que podría ser su elegante agradecimiento:

Salgan signos de la boca
de lo que el corazón arde
que nadie creerá el incendio
si el humo no da señales.


—Tiene razón, diría el volcán.
—Siempre la tiene, digo yo.
Desde el pequeño libro blanco dedicado a honrarla, dice Nervo: “Para un cerebro tan límpido como el suyo fue posible estudiar tanto y cosas tan varias al mismo tiempo, porque el poder de su ingenio bastaba de sobra a discernirlas y diferenciarlas”.

Vuelvo a Sor Juana para dar las gracias y ella responde con un guiño:

Quien vive por vivir sólo
sin buscar más altos fines,
de lo viviente se precia
de lo racional se exime;
y aun de la vida no goza:
pues si bien llega a advertirse,
el que vive lo que sabe, sólo sabe lo que vive.


—Madre, qué honda y acibarada elocuencia la vuestra, dice Nervo en su libro.
Y yo creo que ella estaría contenta de encontrar en otro poeta el reconocimiento que muchos le negaron por envidia. Y podría contarnos esto que escribió para explicarla: “Y así como ninguno quiere ser menos que otro, así ninguno confiesa que otro entiende más, porque es consecuencia del ser más. Sufrirá uno y dirá que el otro es más noble que él, que es más rico, que es más hermoso; pero que es más entendido, apenas habrá quien lo confiese…”.
—Habéis de ser admirable en todo. Hasta en cómo nombrar la envidia, dice Nervo.
—También usted supo de aclamación y envidias, le digo yo al delgadísimo Amado Nervo.

Y hojeando a la Sor le comento:
—Cuando murió lo lloraron multitudes y hubiera podido decirse de él lo que usted dijo del rey Carlos II, hemos de entender que porque así obligaba el tiempo, y no porque fuera del todo verdad sino porque además de ser preciso rimaba de manera tan hermosa que fue menester decirlo y decírselo a quien fuera:

El Agua pula cristales
la Tierra ostente matices
el Viento soplos aliente,
el Fuego luces avive:
¡Agua, Tierra, Viento y Fuego!
Todo a sus plantas se rinde


Cierto. Todavía en los años cincuenta del siglo XX, los adultos lo citaban a propósito de todo. Ni se diga el “Albor de un idilio”. Recuerdo, por ejemplo:

Nos amamos los dos intensamente,
aunque nunca lo digan nuestros labios.
¿Para qué ir a buscar las expresiones,
si tanto nos decimos al mirarnos?


O este otro:

Quisiera ser el rayo transparente
de la luna plateada y misteriosa,
para besar tu nacarada frente
en medio de la noche silenciosa. 


Aún ahora, cuando enardecen las cantinas, nunca falta el valiente que alza su copa para decir “Cobardía”, su poema más célebre.

...Pero tuve miedo de amar con locura,
de abrir mis heridas, que suelen sangrar,
¡y no obstante toda mi sed de ternura,
cerrando los ojos, la dejé pasar! 

—Triste, difícil y contagioso, le digo a la Sor, para seguir en la tertulia, mientras busco en su segundo tomo algunos de mis versos preferidos:

Si arde el mar, ¿qué hará la tierra?
Si el agua, ¿qué harán las flores?
Si los peces, ¿qué los brutos?
Si las ondas, ¿qué los montes?
Si la espuma, ¿qué la hierba?


Se vuelven divertidas las reuniones que hacen, sobre la mesa de mi estudio, los grandes escritores.

Sor Juana y Nervo pasaron hasta la medianoche hablando de sus coincidencias. Del tiempo, de la muerte, del desamor y el agua, del pasado y el miedo. De la escritura.
Nervo estaba feliz. Yo, ni se diga. Sucede con los poetas lo mismo que con los acróbatas, sólo el que ha intentado danzar como ellos sabe el tamaño de la dificultad que esconde la aparente textura fácil de un verso.
Dijo Nervo:

Por esa puerta huyó diciendo: “¡nunca!”
Por esa puerta ha de volver un día...
Al cerrar esa puerta dejó trunca
la hebra de oro de la esperanza mía.
Por esa puerta ha de volver un día. 

—¡Bravo maestro! ¡Viva la esperanza!, dije yo más borracha que ninguno.

Diuturna enfermedad de la esperanza
que así entretienes mis cansados años
y en el fiel de los bienes y los daños
tienes en equilibrio la balanza; 


Escribió la Sor que tiene para todos. Nervo aplaudió y yo caí rendida con estos cuatro primeros versos de un soneto que no me conocía.

—Se acabó, dijo el tomo de Sor Juana cerrándose porque es grueso y no lo detuve. Así que la “Lírica Personal” se quedó muda.

Antes de irme a dormir, les dije de memoria dos líneas que me sé como si fueran una lección de siempre. A propósito del llanto y las pasiones, escribió Juana Inés hace mil años, cuando yo tenía quince:

Porque va borrando el alma
lo que va dictando el fuego. 


Ángeles Mastretta. Escritora. Autora de MaridosMal de amoresMujeres de ojos grandes y Arráncame la vida, entre otros títulos.


4 de julio de 2011

Sor Juana y Quevedo...todo se puede decir

"Las palabras eran perlas  con las que podría hacer collares, ladrillos con los que construiría castillos, lodo con el que fabricaría personas. La poesía también sería una máscara, tras la cual escondería sus verdaderas intenciones. ¿Por qué no pensar en Francisco de Quevedo, un poeta genial? Él era el ejemplo a seguir. Bastaba con recordar la anécdota aquella de cuando los caballeros de la corte habían apostado a que nadie se atrevía  decirle a Su Majestad, la reina de España, que era coja y él, Quevedo, por medio de un poema virtuoso se lo enrostró: «Entre el clavel y la rosa, Su Majestad escoja... »

Sor Juana podría expresarse a plenitud sin dejarse sorprender ni acusar por cualquier prelado de la Inquisición. Copiaría al gran maestro. Todo se puede decir sabiéndolo decir. ¿Qué la vida es un juego? A ver quién me atrapa" - Extracto del libro 
Arrebatos Carnales, de Francisco Martín Moreno, en Editorial Planeta, 2009, pp. 376


Un poco más de Quevedo...


           Sabed, vecinas,
           que mujeres y gallinas
           todas ponemos:
           unas cuernos y otras huevos *






* Extracto de Letrilla Satírica

2 de mayo de 2011

Versos en el cántaro, poesía infantil chihuahuense


      “Soltamos la palabras para que revolotearan entre ellos, y nos contarán lo que piensan y sienten en un mundo al que miran con asombro e ímpetu” así  reza el prólogo  de Versos en el Cántaro, un libro de poesía escrito por niños chihuahuenses, producto de un taller de creación literaria.

       Esta obra llego a mis manos hace tiempo, como uno de esos textos que se guardan con la posible promesa de dar lectura en un futuro lejano. No obstante, una hojeada basto para captar mi atención; de lectura ágil, relajada y picara, somos participes de una gama variada de imaginación infantil con un toque preciso que nos remite al sol, la luna, el agua y la naturaleza, somos testigos de sentimientos  plasmados como la perdida,  el amor y la empatía,  a través, de un abanico de diversos motivos de reflexión que nos abre las puertas a todo un bestiario conformado por una lista extensa que incluye: delfines, hipopótamos, gatos, panteras, serpientes, grillos, tiburones y demás.

      Menos de una hora basto para dar lectura completa a este trabajo poético,  que está acompañado de acuarelas realizadas por los mismos pequeños, como bien refiere el prólogo, la intención de este acto es perceptible  “la poesía captura con palabras las imágenes que guardamos en nuestro interior”.

        A continuación se despliegan algunos de los textos y una amplia recomendación  a este trabajo infantil, que aporta complacencia a personas de cualquier edad - y que en Sor Juana, la décima musa hacemos mención por el recién pasado 30 de abril, día del niño-

Título: Versos en el cántaro 
Coordinadora: Norma Luz González Rodríguez
País: México
Editado por: Universidad Autónoma de Chihuahua
Año: 2009
Elizabeth Castillo,8años
Elsa Lucila Rangel, 10 años
Julia Tayzeth Hernández, 7 años
María Isabel Díaz, 10 años
Jilma Cecilia Castillo, 7 años

Jilma Cecilia Castillo, 7 años
Julia Tayzeth Hernández, 7 años
Raúl Fernando López, 9 años

Elsa Lucila Rangel, 10 años
Jilma Cecilia Castillo, 7 años
Raúl Fernando López, 9 años
Jilma Cecilia Castillo, 7 años
Josué Daniel Neri, 8 años
Elsa Lucila Rangel, 10 años
Julia Tayzeth Hernández, 7 años
Karina Guadalupe García, 11 años
Jilma Cecilia Castillo, 7 años
Jilma Cecilia Castillo, 7 años


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