30 de marzo de 2013

Los sueños, ¿sueños son?



Juan Manuel Silva Camarena
1995

Pórtico del libro de Sara Poot, Margo Glanz, José Pascual Buxó et al, Sor Juana y su mundo México: Instituto de Investigaciones de la Cultura, Universidad del Claustro de Sor Juana,  Gobierno del Estado Libre y Soberano de Puebla, Fondo de Cultura Económica, 1995 [pp. I-IV].
             I. Hoy y siempre los sueños nos dejan perplejos.
II. La opinión popular acoge la creencia de que el sentido del sueño tiene que ver con la anunciación del futuro, propicio o nefasto, y que puede atraparse mediante los secretos de la interpretación, debido a que su contenido a menudo es confuso y enigmático.
III. Los padecimientos de la perplejidad desaparecen también bajo el aplomo de las interpretaciones que, muy confiadas de sí mismas, nos aseguran que todo sueño es la realización de un deseo.
IV.  Las claves fijas de la interpretación popular, igual que las de los conocimientos científicos, crea en algunos hombres la tentación de reír frente a tales empeños; y a otros les hace decir que los sueños, claro, sueños son.
V.    ¿Por qué habría que preguntarle al filósofo griego  de la dialéctica a los hombres se les escapa lo que hacen despiertos y olvidan lo que hacen dormidos?
 VI.    Otro griego lo sabe y sabe también que el sueño muestra deseos terribles, salvajes y contra toda ley; que despiertan cuando duerme la parte razonable del alma. Sin embargo, cuando se han apaciguado la parte concupiscible y la parte irascible, y se duerme en la paz del corazón, nos asegura el del mundo de las ideas que el alma está próxima a la verdad.
VII.   Los sueños, sueños son del alma; lo mismo si el alma quiere manifestar sus deseos que si desea soñar por soñar, o incluso alcanzar verdades sobre la verdad.
VIII.  Los sueños están hechos de la misma materia que el alma. Sirven para salir y para entrar en su recinto privado.
IX.   Es preciso reconocer que los sueños son para el alma lo que el agua es para el pez. Pero el alma misma, tejida con suaves hilos de sueño, ¿no es tan sólo un sueño?
X.      En El Sueño de Sor Juana el alma se mira a sí misma, y en un sueño dentro del sueño, se sueña ella en el sueño del saber. Por eso Sor Juana sueña y en sus sueños piensa: arguyendo y haciendo versos, versificando y argumentando.
XI.   Sueña el sueño del conocimiento, porque lo que ella quiere desde siempre es saber: está condenada a seguir de cerca a la sabiduría.
XII.  Ese "papelillo que llaman El Sueño" es un poema, un gran poema que nos hace presente un sueño. ¿Quién sabe si en él sólo hay eso, un mero sueño?, ¿quién sabe si el sueño es sólo eso, nada más sueño? En el sueño y en la vigilia, Sor Juana crea versos e inventa argumentos. Hace poesía y filosofía.
XIII.  Si habláramos como Sor Juana, diríamos que frente a la creación su entendimiento quedaba pasmado; si lo dijéramos como Platón, sería preciso afirmar que de cara a lo real ella era capaz de admirarse con la razón y de pensar en serio.
XIV. Sor Juana piensa y sueña. Le cuenta a Sor Filotea que eran tan fuertes sus cogitaciones, que ni dormida podía escapar de la necesidad interrogadora de su razón.
XV.   Sor Juana nos habla de un sueño. El escenario es el mundo del silencio nocturno en el que duermen el hombre y la naturaleza; su contenido, la inevitable llegada de la noche y el necesario regreso del día.
XVI.   En su sueño el alma pudo alcanzar por fin la cumbre más alta de la sabiduría y en una sola visión quiso mirar la totalidad del cosmos. Pero, ¡oh filosófica desilusión, tiene que reconocer su incapacidad, la de la razón y la de la vista para conocer en una única intuición todo lo existente!
XVII.  El alma se resigna, mal que bien, a conocer a medias, paso a paso.  En un vaivén desazonador la razón decidida avanza; luego, retrocede desalentada. Mientras, la luz de la Aurora y el Sol hacen que los fantasmas huyan. Sor Juana —¿a salvo del desasosiego?— despierta.
XVIII. Si el sueño de Sor Juana es nuestro sueño, ¿cómo podremos despertamos?, ¿la luz de cuál sol, el resplandor de cuál aurora terminarán nuestro sueño?
XIX.  ¿A quiénes, filósofo del devenir, pertenece el mundo común de los que están despiertos?, ¿a quiénes pertenece el mundo particular de los que están dormidos?
XX.   ¿Cuándo podremos saber qué hacer con el saber?, ¿cuándo en el saber de veras avanzamos, de veras retrocedemos?, ¿cuándo será muy otra la alternativa?
XXI.  ¿Desde dónde nos ha llegado, sin darnos cuenta, tanta ambición de saber? Al fin y a la postre, tiene razón Sor Juana: "si es para vivir tan poco, ¿de qué sirve saber tanto?"
XXII.  Lo que dibuja poéticamente Sor Juana es el mundo de la noche y de su sueño; lo que ella filosóficamente presenta es el sueño del saber. Y ahí, en medio de todo, alguien —ella misma, ¿nosotros?— está soñando un sueño.
XXIII. Filosofía y poesía adquieren una nueva cara y un sorprendente aspecto, sea cual fuere el modo de decidir lo que es y no es poesía, y sea cual fuere la manera de determinar lo que es y no es filosofía.
XXIV.  La poesía y la filosofía son dos maneras de pararse frente al mundo, pensarlo y poetizarlo a través de una peculiar experiencia: la de otorgar al ser, por medio de la palabra, un escenario ontológicamente consistente que sea capaz de salvarlo del horror metafísico de la Nada.
XXV. Sor Juana Inés de la Cruz nos comunicó  en un sueño poético- filosófico su deseo de saber. En su infancia había forjado la fantasía de ir a la universidad. Como no pudo hacerlo, se conformó con leer libros.  ¿Acaso lo hizo para que la fantasía quedara situada más alto que la realidad?
XXVI. Sor Juana se entregó "a la estudiosa tarea... de leer y más leer, de estudiar y más estudiar, sin más maestro que los mismos libros". Así pudo escribir mucho, escribir y escribir, en prosa y en verso, volviéndose la maestra que encontramos entre sus libros.
XXVII. Sor Juana no puso sus pies en la universidad, pero llegó a ella por otro camino: está aquí, entre nosotros, porque supo hilvanar, con el fino hilo del saber; con la paciencia de la creación filosófica y literaria, su persona y su obra, pan nuestro para nuestro universitario.
XXVIII. Si la vida misma es un sueño y el saber no puede saber nada más, conviene conversar con Sor Juana para buscar la sabiduría de un modo más seguro, sin perder los sanos padecimientos de la perplejidad, porque los sueños…, ¿sueños son?
Fuente:  http://juanmanuelsilvacamarena.com/publicaciones.html#20.html


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