30 de septiembre de 2012

Discrepancias sobre el silencio de Sor Juana



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¿Por qué la “Décima Musa” dejó de escribir dos años antes de su muerte? La pregunta sigue despertando fuertes discusiones. Dibujo: Cejas.
Julián Rodríguez Marín
(EFE)
en: El Litoral.com
Opinión
Edición del Sábado 30 de julio de 2011

Los estudiosos de Sor Juana Inés de la Cruz discrepan tras 316 años de su muerte, sobre el por qué la “Décima Musa” dejó la pluma dos años antes de morir, entregó sus libros y se sometió a penitencias y a una vida ascética.
“Es como si esa decisión de no escribir más equivaliera a un oscuro propósito de no vivir más, lo cual deja subsistir el misterio, pero abre un campo no tan nebuloso para las conjeturas”, escribió el crítico literario Antonio Alatorre (1922-2010) en su ensayo Sor Juana y los hombres.
Durante mucho tiempo la Iglesia católica y escritores católicos, entre estos el principal editor de su obra, Alfonso Méndez Plancarte, han considerado la conversión de Sor Juana como un proceso natural en una monja que dejó los escritos mundanos y se dedicó a buscar su salvación espiritual.
En esta corriente se incluye la obra “Sor Juana Inés de la Cruz, la doncella del verbo”, de Alejandro Soriano, quien aseguró que nunca se ha probado con documentos que la religiosa haya sido perseguida por la Iglesia. “Los que dicen que Sor Juana fue perseguida no tienen un solo papel. Se tienen que probar las cosas”, aclaró.
Por el contrario, durante el siglo XX la mayoría de estudiosos y escritores mexicanos y latinoamericanos laicos y liberales, entre ellos, Alfonso Reyes, Emilio Abreu Gómez e incluso Octavio Paz, aseguraron que Sor Juana fue víctima de presiones de la Iglesia, según expresó Pascual Buxó. “Sor Juana entra en crisis presionada por los jerarcas de la Iglesia católica”, afirmó el experto.
Tanto Buxó como Soriano recuerdan que Octavio Paz en su libro Las trampas de la fe dijo que Sor Juana fue víctima de una intriga, un enfrentamiento entre el obispo de Puebla, Manuel Fernández, y el arzobispo de Ciudad de México, Francisco Aguiar y Seijas, a quien calificó de “misógino”. Buxó señala que para someter a Sor Juana, los jerarcas contaban con mecanismos internos “no formales” para aplicar la disciplina eclesiástica, y que en caso de ser necesario una llamada de atención del Santo Oficio era más que suficiente.
Soriano descarta que haya existido alguna presión o juicio, debido a que no se cuenta con ningún documento, y considera que todas estas hipótesis son sólo especulaciones sin fundamento. Aseguró que todos olvidan que Sor Juana era una monja que había hecho profesión de fe y que su vida se desarrollaba de acuerdo con la existencia monástica, es decir, que la mayor parte de su tiempo se destinaba a sus rezos y obligaciones en el convento, mientras que el espacio libre lo dedicaba a estudiar y escribir.
Todos los estudios admiten que las principales controversias directas se produjeron entre Sor Juana y su confesor Antonio Núñez de Miranda, quien le exigía a la poetisa dejar los versos y estudios mundanos y dedicar su vida a Dios, como lo explicó la misma “musa“ en un documento llamado “Carta de Monterrey”.
La mayor parte de los estudios laicos señalan que la crisis de Sor Juana se dio a partir de dos hechos: primero, la publicación en 1689 del primer tomo de sus obras, titulado “Inundación Castálida”, donde se divulgaron numerosos versos con temas de amor y pasiones, y que no fue aprobado por algunos eclesiásticos, entre ellos su exconfesor, indicó Buxó.
El segundo hecho fue la publicación en 1690 de un texto en el que Sor Juana rebate un texto de un teólogo en boga en ese tiempo, el portugués Antonio Vieira, y que fue titulado como “Carta Atenagórica”, la cual generó diversas reacciones en favor y en contra de la autora.
Buxó señala que entre estas reacciones está la reprimenda del obispo de Puebla, Manuel Fernández, quien en un escrito firmado con el pseudónimo de Sor Filotea, le pide, al igual que su exconfesor, dedicar su talento a escribir sobre Dios con la advertencia de que si sigue bajando más terminaría en el infierno. “Está bien de leer libros profanos si a usted le interesan las ‘rateras noticias de la tierra’, que termina con la amenaza de que si continúa por ese camino se va al Infierno”, advierte Buxó.
Para Soriano, no existen presiones ni amenazas, sino una conversación y consejos entre una autoridad religiosa y una monja, con el fin de que busque la salvación de su alma. Pese a las diversas interpretaciones ambos investigadores coinciden en la necesidad de debatir y confrontar opiniones. “Yo esperaría que quien no esté de acuerdo conmigo se tome la molestia de desmantelar mi trabajo y demostrar que estoy equivocado”, dijo Soriano.
Por su parte, Buxó sostuvo que “lo deseable sería un debate serio y productivo, pero no se puede ser cuando las posiciones están tomadas de manera previa. Podríamos entrar a un análisis para encontrar conclusiones”.

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